Las Torres Asinelli llevan el nombre de la familia que las mandó construir: con sus impresionantes 97,2 metros de altura, tenían pocos rivales en altura en aquella época.
La pendiente da lugar a un voladizo de 2,23 metros y a la cima se llega por una escalera de 498 peldaños que conduce a la terraza, para disfrutar de una vista impresionante de la ciudad, como hizo Goethe cuando se detuvo en Bolonia durante su viaje a Italia.
Poco después de su construcción, la Torre de la Garisenda ya tenía una pendiente tan pronunciada que se cree que la construcción se interrumpió e incluso se derribaron unos 12 metros en el siglo XIV, lo que llevó su altura a los 48 metros actuales.
Dante Alighieri la vio cuando aún estaba intacta y sin bajar y la comparó con el Gigante Anteo que se inclina sobre él y Virgilio en el canto XXXI del Infierno. El voladizo está a 3,4 metros de la base. Junto a las torres se encuentra la estatua de San Petronio, protector de Bolonia.